La Espera

En un sentido trascendente, la espera implica un alto grado de conciencia. No es el tipo habitual de espera aburrido o inquieto que es una negación del presente. No es un esperar en el que la atención está concentrada en algún punto en el futuro y en el que el presente se percibe como un obstáculo indeseable que impide tener lo que se quiere. Hay un tipo de espera cualitativamente diferente, que requiere de un alerta total. Puede suceder algo en cualquier momento y si no se está completamente despierto, mentalmente quieto, esa oportunidad se perderá. En esa espera toda la atención pertenece al presente, al ahora; no hay tensión, ni miedo sólo presencia alerta. No hay espacio para soñar despierto, anticipar, suponer, recordar, proyectarse y uno es más plenamente sí mismo más que nunca, es más, ahora es verdaderamente uno mismo.

sábado, 18 de octubre de 2008

Hablar y escuchar: lo urgente frente a lo importante

Taller

Hablar y escuchar: lo urgente frente a lo importante

“Cuando éramos niños solíamos decir que palos y piedras rompen huesos pero las palabras no pueden hacer daño. Difícilmente podría inventarse una información psicológicamente más falsa. Quienquiera que haya oído cómo se destruía una reputación por obra de las murmuraciones o cómo un ser humano se convertía en un paria por obra de los explotadores de determinados prejuicios, sabe que las palabras deben manejarse con mucho más cuidado que los palos y las piedras”
Bernardo W. Overstreet, El pueblo de la libertad.


Comunicarse con efectividad sigue siendo uno de los desafíos fundamentales de esta hora.
La comunicación es tan necesaria para la salud física, mental, emocional y psicológica del individuo como el alimento o el aire que respira. La comunicación eficaz no es innata, se enseña y se aprende.
De actos comunicativos poco honestos, irrespetuosos o ineficaces surgen la mayoría de los conflictos que atravesamos día a día, al interactuar con otros, tanto familiar como profesionalmente.
Los recursos para lograr comunicarnos adecuadamente están en nosotros mismos, en nuestro interior, sólo es necesario conocerlos, fortalecerlos y ponerlos en práctica.
La urgencia de la inmediatez en la que nos sumergimos cotidianamente, nos hace olvidar lo realmente importante: detrás de cada interlocutor, hay una persona que sufre, goza y espera ser comprendida: difícilmente podremos usar adecuadamente la palabra si no hemos aprendido a escuchar despojadamente, esto es, sin querer tener la razón ni suponer ser el dueño de todas las verdades.
Cuando podemos practicar la humildad en nuestra forma de comunicarnos hacemos el esfuerzo de escuchar y de aceptar a los demás. Cuanto más se acepte a los demás, más se tendrá a esa persona en gran estima y más se la escuchará. Una palabra humilde tiene el significado de miles de palabras.

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